El blog de Júlia

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¿Tener un hijo para solucionar problemas en pareja?

Tener un hijo no es la solución para los problemas de pareja. Analizamos los riesgos y consecuencias de esta decisión
Tener un hijo es, sin duda, una de las decisiones más trascendentales en la vida de una persona y de una pareja. Para algunos, el deseo de convertirse en padres surge de un amor profundo, un sentido de propósito o el deseo de compartir la experiencia de la paternidad con su pareja. Sin embargo, en algunas relaciones, un hijo puede ser visto erróneamente como una solución para resolver conflictos de pareja o llenar vacíos emocionales. Desde la perspectiva de la teoría de las heridas de infancia, esta decisión puede traer consecuencias importantes tanto para los padres como para el niño, perpetuando patrones de sufrimiento y conflicto.

La teoría de las heridas de infancia: Un resumen breve

La teoría de las heridas de infancia sostiene que muchos de los conflictos emocionales y patrones de comportamiento en la adultez se originan en experiencias no resueltas de la niñez. Estas heridas pueden ser resultado de abandono, rechazo, traición, humillación, injusticia u otras experiencias dolorosas que impactan profundamente en el desarrollo emocional. Las personas con heridas de infancia no resueltas tienden a buscar inconscientemente relaciones y situaciones que las reafirmen o intenten compensarlas, generando un ciclo de dolor y repetición de patrones.

Tener un Hijo como Solución de Problemas: Una Falsa Esperanza

Cuando una pareja con conflictos emocionales profundos, posiblemente derivados de heridas de infancia no resueltas, decide tener un hijo con la esperanza de que esta nueva vida solucionará sus problemas, están proyectando en el niño sus expectativas y necesidades no satisfechas. Esta decisión, más que fortalecer la relación, puede agravar los conflictos y generar nuevas heridas en todos los involucrados. Se debería revisar, en este caso, de que están huyendo o que vacío están intentando llenar. 

Normalmente, esta situación está generada por la herida de rechazo, compensada por la máscara del huidizo. Esta máscara nos da la falsa sensación de que evitando los problemas, no tendremos que soportar el dolor que causan los mismos. Este miedo está originado por la memoria del sufrimiento de lo que inicialmente ocasionó el rechazo. Las principales consecuencias de esta decisión son:

1. Carga Emocional Injusta para el Niño

Un niño concebido como «solución» a los problemas de una pareja carga con un peso emocional que no le corresponde. Desde su nacimiento, puede sentir la presión de cumplir expectativas que van más allá de su propia existencia. Los padres pueden proyectar en él la esperanza de que llene vacíos emocionales o que una a la pareja, lo cual es una carga enorme e injusta para un ser que necesita primero construir su propia identidad y sentido de valía personal. Asimismo, debemos tener en cuenta que la misma herida emocional que tienen los padres, se suele traspasar a los hijos. Así que si decidimos mantener una relación o tener un hijo como consecuencia a estas heridas, se las estaremos traspasando igualmente.

2. Repetición de Patrones Tóxicos

Según la teoría de las heridas de infancia, los padres con traumas no resueltos tienden a repetir, inconscientemente, los patrones de comportamiento que aprendieron en su propia infancia. Si la relación de pareja es disfuncional y se busca un «salvador» en el hijo, es probable que estos patrones tóxicos de dependencia, abandono emocional, o incluso abuso, se repitan en la dinámica familiar. El niño puede crecer en un ambiente donde los conflictos no solo persisten, sino que se agravan, perpetuando un ciclo de dolor intergeneracional.

3. Aumento de la Tensión y Conflictos en la Pareja

Contrario a la creencia de que un hijo puede unir a una pareja en crisis, la llegada de un bebé puede incrementar significativamente la tensión. Cuidar de un recién nacido implica un gran esfuerzo físico, emocional y económico, lo que puede aumentar el estrés en una relación ya debilitada. Si los problemas de pareja no se han resuelto previamente, la presión adicional de la paternidad puede llevar a más conflictos, resentimiento y distanciamiento, agravando la crisis en lugar de resolverla.

4. Desarrollo de Heridas de Infancia en el Niño

Un niño criado en un ambiente donde se espera que «resuelva» los problemas de sus padres es susceptible de desarrollar sus propias heridas de infancia. Sentimientos de insuficiencia, culpa, rechazo, o abandono pueden arraigarse si el niño percibe que no cumple con las expectativas de sus padres o si es testigo de continuos conflictos entre ellos. Esto puede llevar a problemas emocionales y de relación en su vida adulta, perpetuando el ciclo de heridas no resueltas.

5. Impacto Negativo en el Apego y la Autoestima

La teoría del apego, desarrollada por John Bowlby y Mary Ainsworth, subraya la importancia de la seguridad emocional en el desarrollo infantil. Si un niño crece en un entorno donde los padres están emocionalmente inestables o proyectan en él sus necesidades no satisfechas, puede experimentar un apego inseguro. Esto puede manifestarse en la adultez como dificultades para confiar en los demás, miedo al abandono, o una baja autoestima, perpetuando así patrones de relación dañinos.

Conclusión

Es fundamental que las parejas en conflicto se enfoquen en sanar sus heridas emocionales antes de considerar tener un hijo como una «solución» a sus problemas. La terapia individual o de pareja, la introspección y el desarrollo de habilidades de comunicación emocional son pasos necesarios para romper los ciclos de dolor y crear un entorno saludable para cualquier niño. Un hijo debe ser una extensión del amor y la estabilidad de una relación, no un intento desesperado por salvarla.

En última instancia, sanar las heridas de infancia y aprender a construir relaciones saludables es esencial no solo para el bienestar de los padres, sino también para el desarrollo emocional y psicológico de cualquier hijo que pueda llegar a este mundo.

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