El blog de Júlia

“Es tentador tratar todo como si fuera un clavo cuando la única herramienta que tienes es un martillo”  Abraham Maslow

Los hábitos en los niños

Los hábitos son conductas que repetimos muchas veces hasta que forman parte de nuestras actividades diarias. De esta manera, luego de un tiempo, los hábitos se vuelven automáticos.
hábitos en la infancia

¿Qué son los hábitos?

Un hábito es el resultado de una acción que repetimos frecuentemente de forma automática. Si nos fijamos, en nuestro día a día repetimos muchos hábitos, como quitarnos los zapatos al entrar a casa, apagar las luces antes de salir, cepillarnos los dientes, entre muchos otros.

Los hábitos son conductas que repetimos muchas veces hasta que forman parte de nuestras actividades diarias. De esta manera, luego de un tiempo, los hábitos se vuelven automáticos.

No es innato, es aprendido. Es un elemento básico del aprendizaje humano.

¿Son buenos o malos los hábitos?

Según los científicos los hábitos, sean positivos o nocivos, se crean porque el cerebro siempre busca la forma de ahorrar esfuerzo, intenta modificar cualquier rutina en un hábito para ahorrar tiempo y energía. Esto tiene el beneficio de que un cerebro eficiente no necesita tanto espacio, por lo que la cabeza es más pequeña y el parto más fácil. Asimismo al automatizar ciertas conductas su realización se hace rápida y certera, y al no tener que concentrarse en cómo caminar, respirar o comer, podemos destinar más tiempo y energía en otras cosas como experimentar e inventar.

Si el organismo tuviera que responder a toda la cantidad de estímulos que se da en cualquier situación la conducta sería caótica, por lo que la habituación tiene un valor evolutivo al contribuir a la adaptabilidad del organismo, que responde a los estímulos que para él son más relevantes.

Al principio se decía que se tardaba un promedio de 21 días en adquirir un hábito, según varias investigaciones entre ellas las afirmaban que el síndrome del miembro fantasma desaparecía en ese período de tiempo. Es decir, el cuerpo se acostumbraba a una situación novedosa a partir de los 21 días. Aún así recientemente se ha visto que hay varios factores que facilitan o dificultan el aprendizaje del hábito y depende en gran medida de la persona.

Aprendemos mediante la asociación y memorizamos mediante la repetición. Cuando hacemos algo desconocido o asimilamos un conocimiento nuevo nuestras neuronas se agrupan químicamente para comunicarse, creando nuevas conexiones entre ellas o sinapsis. Y si repetimos esa experiencia nueva a menudo (Ley de la repetición) esas conexiones neuronales se hacen cada vez más fuertes, hasta que las neuronas individuales terminan por liberar una sustancia química (unas moléculas llamadas neurotrofinas) para fijar esas conexiones, y el hábito estará adquirido. Los hábitos como atarse los zapatos, conducir o escribir a máquina son redes neuronales que se han hecho automáticas por la repetición física. Las neuronas se reorganizan continuamente según nuestros pensamientos y aprendizajes. Entonces podemos reestructurar (literalmente) nuestro cerebro simplemente cambiando nuestra forma de pensar o aprendiendo nuevas habilidades. Si decidimos elegir un nuevo hábito y estimulamos repetidamente las nuevas conexiones neuronales, estaremos creando una mentalidad distinta en nosotros, estaremos instaurando una nueva forma de pensar y de experimentar la realidad.

Tipos de hábitos

  • Hábitos físicos.
  • Hábitos afectivos.
  • Hábitos sociales.
  • Hábitos morales.
  • Hábitos intelectuales.
  • Hábitos mentales.
  • Hábitos de higiene.
  • Hábitos costumbristas.
  • Hábitos físicos. Aquellos que involucran el cuerpo y la salud, como hacer ejercicio, cepillarse los dientes luego de cada comida o tomar una copa de licor después de almorzar.
  • Hábitos sociales. Aquellos que involucran la interacción con los demás, como visitar a la abuela cada domingo o llamar a un amigo en cada cumpleaños.
  • Hábitos mentales. Aquellos que atañen estrictamente a la mente, como la práctica de la meditación.
  • Hábitos recreativos. Aquellos que tienen que ver con la manera que tenemos de recrearnos, como jugar al fútbol los sábados por la tarde o dedicar una hora a los videojuegos luego de hacer las tareas.
  • Hábitos afectivos. Aquellos que atañen al afecto y a sus formas de expresión, como es el “te amo” de despedida de los novios.

Diferencia entre hábito y rutina

  • Rutina es aquella actividad que realizamos de forma regular y periódica; y 
  • Hábito es el modo de actuar aprendido o adquirido para poder conseguir que una rutina se lleve a cabo de manera satisfactoria.

La rutina es una costumbre personal establecida por conveniencia, que no permite modificación y que puede desaparecer; por ejemplo, colgar el abrigo en la percha al llegar a clase. El hábito, sin embargo, es un mecanismo estable que crea destrezas y que además podemos usar para distintas situaciones: por ejemplo, abrocharse la chaqueta.

Tanto las rutinas como los hábitos aportan un componente importantísimo de constancia y regularidad y, por ello, son fundamentales tanto para la vida familiar como la escolar.

¡Ayuda a tus hijos a construir hábitos saludables!

Recuerda que los hábitos saludables son importantes para el bienestar de tus hijos.

Beneficios de crear hábitos

  • Aportan seguridad a los niños
  • Ayudan a reducir la ansiedad y las conductas disruptivas derivadas de los nervios ante la incertidumbre por no saber qué va a pasar o qué vamos a hacer
  • Aumentan la eficiencia
  • Permiten tener una mayor capacidad de organización
  • Fomentan la autonomía
  • Ayudan a convertirse en personas más perseverantes y constantes
  • Enseñan valores- cooperación
  • Potencian la autoestima
  • Mejoran la calidad del sueño
  • Mejoran la autodeterminación
  • Permiten crear tiempos de descanso/para relajarse
  •  

La falta de rutinas diarias para los niños, puede llevar a problemas conductuales o de mal comportamiento, debido a que se produce la sensación de desorden, desorganización, falta de seguridad, etc.

1. Le aporta mucha seguridad

Para los niños todo es nuevo y desconocido y, en ocasiones, esto les puede crear muchísima inseguridad y despertarles algún miedo. Saber lo que tienen que hacer en cada momento les aportar muchísima paz y tranquilidad.

2. Serán personas más perseverantes y constantes

Los niños no conocen el orden de las cosas cuando nacen, por lo que los adultos debemos enseñarles a organizar su vida mediante horarios estables asociados a rutinas, es decir, a través de actividades que se hacen todos los días de la misma manera.

3. Les ayuda a descubrir el mundo

 Se repiten rituales que ayudan a que el niño vaya asimilando un esquema interno que convierte su mundo en un lugar predecible y, por lo tanto, seguro.

4. Permite que se organicen mejor

 Los niños aprenderán qué tienen que hacer en cada momento, lo que les convierte en personas más responsables. Por ejemplo, saben que tienen que entregar un trabajo para el colegio en una fecha determinada y trabajar para ello.

5. Mejoran el ambiente familiar

Si el niño aprende desde bien pequeño que es una cosa establecida y que hay que hacer, probablemente, en más de una ocasión, te evitarás una discusión innecesaria ya que lo verá como algo normal y como una orden tuya. ¡Se eliminarán las luchas de poder!

6. Les enseña valores como la cooperación

Habrás cosas que tendrá que hacer él solo, como lavarse los dientes, pero otras que se realizarán en grupo y eso os servirá de ‘excusa’ para trabajar en casa valores como la cooperación o la solidaridad.

7. Aprende a valorar las cosas

 Las rutinas y los hábitos son buenos, pero también lo es la sorpresa. No pasa nada si un día os saltáis las normas; al contrario, eso mostrará al niño el valor de la vida.

¡Comienza a fomentar hábitos saludables en tus hijos!

Escucha sus necesidades, establece rutinas y comunícate activamente con ellos para ayudarles a descubrir el mundo, organizarse mejor y aprender valores importantes como la cooperación.

¿Cómo generar los hábitos?

1. Escuchar a los niños para saber qué necesitan

Aunque se suelen dar consejos generales, lo cierto es que no todos funcionan para todos los niños. Cada uno de ellos es único y, por tanto, debemos pararnos y escuchar a nuestros hijos. Es posible que cada uno de ellos tenga su propio ritmo y su propia forma de ver el mundo, por lo que los hábitos y las rutinas que les propongamos deben adecuarse a su personalidad.

2. Establecer rutinas según lo que buscamos

La clave para que las rutinas funcionen para nosotros es buscar y apostar por aquellas que adaptan al tipo de familia que queremos formar y a los valores sobre los que queremos sustentarla. Para ello, debemos sustentar estas rutinas en el amor y no en el miedo (miedo al castigo, miedo a que me griten…).

3. Poner las rutinas, paso a paso

La mejor forma para poner las rutinas a los niños es hacerlo poco a poco, paso a paso. Por ejemplo, si queremos que cojan el hábito de poner la mesa, un día les podemos proponer el juego de llevar una servilleta (¡que pesa mucho!) hasta la mesa. Al día siguiente, tendrán que llevar un vaso (¡cuidado, que se rompe!). Otro día, el pan… Y así, paso a paso, los niños adquirirán el hábito de poner la mesa.

4. Diálogo y comunicación activa

¿Debemos ‘negociar‘ los hábitos que tenemos en nuestra casa? Mario Pinel explica que cuando hacemos una reunión familiar para fijar y pactar ‘las normas del juego’, los niños se siente partícipes del proceso y, por tanto, están más predispuestos a aceptarlos.

Sin embargo, nunca podemos olvidar que quienes ‘mandan’ en casa son siempre papá y mamá. Y, por lo tanto, siempre es su voz la que va a prevalecer, sobre todo en lo que se refiere a las normas necesarias para que haya seguridad en casa.

5. Fomentar la colaboración en casa

La colaboración y la responsabilidad son dos de los valores que debemos transmitir a los niños y que ayudan a que todo el mundo acate y cumpla con las rutinas.

6. Buscar que los niños empaticen con cómo nos sentimos

Si nuestros hijos empatizan con nosotros cuando ven que sufrimos cuando no nos hacen caso, a pesar de repetirles las órdenes una y mil veces, comenzarán a cumplir con los hábitos que les proponemos.

7. Ser estables, pero ser flexibles

Para que los hábitos funcionen, debemos ser constantes y estables, así como claros con las ‘reglas’ de funcionamiento. Sin embargo, también podemos dejar cierto margen para la flexibilidad (un 80 por ciento de rutina – un 20 por ciento de flexibilidad, propone Mario).

8. Establecer los hábitos como si fuera un reto

 Cuando planteamos los hábitos (por ejemplo, el hábito de estudiar) podemos hacerlo mediante los retos y los juegos. ¿Y si animamos a nuestros hijos a que se pongan pequeños desafíos a ellos mismos? Por ejemplo, hacer una división en un minuto o escribir una redacción en 20 minutos.

9. ¿Y cuando vamos a perder los nervios?

A menudo, la situación en casa se puede convertir en un coche de alta gama con una gran potencia que acelera, y acelera, y acelera… Y los nervios cada vez van a más, al tiempo que los gritos aumentan y nos decimos cosas más feas… ¿Cómo podemos frenar y ayudar a nuestros hijos a frenar? ¡Respiramos y sorbo de agua! Gracias a que bebemos agua conseguiremos ‘apagar el fuego’.

10. Nunca es demasiado tarde para establecer rutinas

A los seres humanos nos encanta tener rutinas (aunque no queramos aceptarlo siempre), por eso, nunca va a ser demasiado tarde para proponer hábitos.

11. Disfrutar de la educación de nuestros hijos

Ante todo, educar a nuestros hijos desde la afectividad y desde el disfrute. No hay mejor guía para establecer los hábitos que a través del amor.

Ejemplos de hábitos

  • Qué hacer al llegar a casa
  • Horarios de comidas y de dormir
  • Hacer los deberes al llegar a casa
  • Colgar la mochila cuando entras a casa
  • Saludar
  • Ducharse cada día
  • Apuntarse los deberes cada vez que lo dicen en clase

¿Cómo mantener los hábitos en casa?

  • Perseverancia y constancia
  • Refuerzo positivo

¿Quieres que tus hijos sean personas perseverantes, constantes y capaces de valorar las cosas?

¡Ayúdalos a desarrollar hábitos saludables desde temprana edad! Gestiona mejor las peleas entre tus hijos y aporta seguridad, eficiencia y organización a su vida diaria.

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