¿Cuándo aparecen los celos de hermanos?
Los celos entre hermanos suelen aparecer sobre los 18 meses y alargarse hasta los 4-6 años, aunque si se cronifican o no se gestionan bien pueden durar más. Son una reacción totalmente normal a la llegada de un nuevo integrante a la familia. El rey destronado tendrá que ceder su trona y compartirla con un extraño al que no conoce y que le ha robado la atención de sus padres. ¡Su tesoro más preciado! Imagínate que te tocara la euromillón y de repente alguien te dice que tienes que compartir el botín. Ni pizca de gracia, vaya.
Algo similar sucede con los peques, aunque para ellos aún es más grave la cosa… se juegan su supervivencia. O al menos es lo que ellos piensan. No debemos olvidar que los niños son muy buenos captando pero muy malos interpretando. Así que el rey que recibía toda la atención ve como un día sus padres se van de casa (y a veces los niños no saben si los padres van a volver) y no sólo eso, sino que vienen con un regalito que va a quedarse para siempre.
Aunque parezca los celos son un monstruo malo, malísimo, que debemos derrotar, son, en realidad, todo lo contrario, si se mantienen dentro de los estándares de la normalidad. La celosía es una emoción secundaria (es decir que va detrás de una emoción primaria) con un valor adaptativo: permite al niño redefinir su sitio en el clan familiar. La llegada del nuevo hermano supone un reto que puede ir acompañado de un gran aprendizaje de habilidades y valores que le serán de gran utilidad en un futuro no tan lejano.
Es por ese motivo que no se deben tratar de impedir, ni etiquetarlos o juzgarlos… debemos tratarlos como una etapa completamente normal.
Como decíamos antes, los niños son buenos captando pero malos interpretando, ya que viven instalados en el cerebro emocional (cerebro amigdalar) activado previamente por el cerebro reptiliano, pero al no estar formada la región prefrontal del cerebro (zona racional) es difícil que sepan manejar esas emociones. Es por este motivo por el que el adulto debe hacer un préstamo de estas capacidades durante los próximos 30 años aproximadamente (más en niños que en niñas). Nosotros actuaremos como su lóbulo prefrontal y frontal.
Heridas de la infancia relacionada, ¿cómo se relacionan con los celos?
Se relacionan con el miedo al abandono: el progenitor me retira su atención para centrarse en otro, en definitiva, me abandona.
No obstante hay otras heridas de la infancia que se pueden relacionar con los celos:
- herida de injusticia (no es justo que tenga que compartir tu atención con otra personita). Además suelen ser niños rígidos a los que no les gusta el cambio (ya que el último cambio que vivieron les puso su vida patas arriba).
- herida de traición (ahora me prestas atención y ahora se la prestas a otro…) que se relaciona con el apego ambivalente.
¡Ayuda a tus hijos a superar los celos entre hermanos!
Síntomas de los celos entre hermanos
Los celos se pueden expresar de forma directa hacia el objeto causante o bien de forma indirecta.
En el primer caso, se pueden verbalizar con frases típicas como “eres adoptado”, “te encontraron en la basura”, “mamá devuélvelo al hospital, no lo quiero” o de forma indirecta con cambios de estado de ánimo, conductas regresivas, rabietas excesivas, alteraciones en el apetito y el sueño, cambios de comportamiento para llamar la atención, negativa persistente, tristeza y llanto constante.
Debemos grabarnos a fuego que nada es “cosa de niños”. Hay que estar atentos a estos cambios para detectar cualquier síntoma que haga saltar las alarmas.
No obstante, no deberían ser muy exacerbados ni durar más allá de los 4 a los 6 años, pero hay casos en los que se cronifican y observamos conductas agresivas y violentas. A este fenómeno se lo denomina como Complejo de Caín.
¿Qué hacer en el momento?
- Los conflictos deben ser solucionados por ellos mismos. Apartarlos sólo cuando pasan a mayores. Los encontronazos provocados por los celos suelen incrementarse cuando hay la presencia del adulto de referencia. Es una forma de llamar la atención. Así que cuanto menos intervengamos, más probabilidades habrá de que estas situaciones se repitan. Si piden nuestra intervención nos debemos mantener neutrales.
- Entonces…. ¿cuándo debemos intervenir? Cuando la situación pase al siguiente nivel (insultos y violencia). Ahí, sin mediar palabra, debemos apartarlos por igual y observar como reaccionan.
Una vez pasada la situación es importante acudir primero al “agresor” y luego al agredido. ¿Por qué? Porque cuando el agresor actúa es porque lleva una carga de sufrimiento importante que ha hecho que reaccione incorrectamente y no estaremos reafirmando el papel de víctima del que ha sido objeto de la agresión, asegurándonos así que la próxima vez se sienta tentado a provocar al agresor para obtener nuestra atención que tanto le gusta. - Acudir con mirada de no juicio, y hacerles preguntas de curiosidad para saber genuinamente el motivo que le ha llevado a actuar de esta forma.
- Correcciones individuales. Las conductas disruptivas que han llevado a esta situación a los hermanos, deben ser corregidas de forma individual para evitar que se sientan humillados. Esto también puede generar un momento de conexión en el que mamá o papá están conmigo cuando peor lo paso.
- No obligar al perdón, si fomentarlo. ¿Por qué no debemos obligar al perdón?. Obligar al perdón implica generar resistencia, ya que sabemos que las obligaciones tienen ese gran poder que algo inmediatamente no nos guste. Y en segundo lugar, porque, obligándole, no nos aseguramos que realmente haya evaluado la situación y se lamente por ella. Puede que aprenda que a la próxima puede hacer algo mal y pedir perdón sin tener que lamentarse por ello (como cuando antaño obligaban a nuestros padres a rezar 100 padrenuestros).