En el contexto de una relación de pareja, el perdón puede ser uno de los aspectos más complejos y profundos de gestionar, en función, en gran parte, por el factor a perdonar. No es lo mismo perdonar una infidelidad, gritos, malas palabras, etc. Una relación de pareja es muy compleja, ya que partimos de personas totalmente completas que tienen una historia de vida, unas creencias y unas heridas que muchas veces no han sanado y que proyectan en el otro. Encontrar creencias, lenguaje y proyecto común, resulta complejo. Según la teoría de las heridas de infancia, proyecto en el otro aquello que he normalizado sobre todo los 7 primeros años de vida. Este aprendizaje se ha ido afianzando con mis experiencias de vida hasta llegar a la etapa adulta, cuando se proyectarán en los demás, buscando en los otros aquello que reafirma mi herida de infancia. Estas heridas y creencias pueden influir significativamente en nuestra capacidad para perdonar y, en consecuencia, en la calidad de nuestras relaciones adultas.
El perdón es un proceso esencial para la salud y la longevidad de una relación de pareja. Sin embargo, perdonar no siempre es fácil, especialmente cuando este perdón impacta de lleno con mis creencias y heridas. Aquí hay algunas formas en las que las heridas de infancia pueden complicar el proceso de perdón:
Las personas con heridas emocionales profundas pueden tener problemas para confiar en sus parejas. La falta de confianza puede hacer que incluso las pequeñas ofensas se sientan como traiciones graves, dificultando el perdón.
Las creencias originadas en la infancia pueden llevar a expectativas poco realistas en una relación. Por ejemplo, alguien que no recibió suficiente afecto en su infancia puede esperar que su pareja cubra todas sus necesidades emocionales, lo que puede hacer que cualquier desilusión se sienta como una herida aún mayor.
Las heridas de infancia pueden llevar a patrones de comportamiento repetitivos, como la autocrítica o la agresión pasiva. Estos patrones pueden dificultar la comunicación abierta y honesta necesaria para resolver conflictos y practicar el perdón.
Nuestros padres (o las personas que tenemos como referentes) han establecido un modelo de lo que es tener pareja, lo que es el perdón y como discutir de forma sana. Tenga el patrón que tenga, aquello es lo que aceptaré como habitual y me impedirá tener una relación desde otra perspectiva.
Para sanar y perdonar en una relación de pareja, es crucial abordar las heridas de infancia de manera consciente y proactiva. Aquí hay algunos pasos que pueden ayudar en este proceso:
Comprender tus propias heridas de infancia es el primer paso hacia la sanación. La autoexploración puede ayudarte a identificar cómo estas heridas están afectando tus patrones de pensamiento y comportamiento en la relación. La terapia individual puede ser una herramienta valiosa en este proceso.
Hablar sobre tus necesidades, temores y expectativas con tu pareja es fundamental. Una comunicación abierta puede ayudar a ambos a comprender mejor las heridas emocionales y a trabajar juntos hacia una resolución. Tener una comunicación abierta es comprender el lenguaje del otro y establecer un idioma común. Ejemplo: para una persona que no la miren al hablar puede ser signo de no estar prestando atención, pero para la otra persona es la forma de prestar más atención.
En ocasiones, intentar ser lo más literales posible nos puede ayudar ya que si dejamos que miradas, ruidos… influyan en la comunicación, puede que el problema se agrave. Esto implica también ser coherente con lo que se dice y la forma de decirlo. Ejemplo: si estoy enfadado, utilizar un tono serio y más directo.
Trabajar para entender y empatizar con el punto de vista de tu pareja puede facilitar el proceso de perdón. A menudo, las heridas de infancia no solo afectan a la persona que las experimenta, sino también a quienes los rodean. Practicar la empatía puede ayudar a desactivar conflictos y fomentar una mayor comprensión mutua.
Aprender a establecer límites saludables es esencial para cualquier relación. Esto incluye saber cuándo es necesario proteger tus propios intereses emocionales y cuándo es el momento de dar espacio para que se resuelvan los conflictos. Debemos tener en cuenta la diferencia entre un límite y una petición. El límite, no se negocia (lo que puedes negociar es como la otra persona aplicará el límite) ni se pregunta. En caso contrario, estaríamos hablando de una petición.
El perdón no es solo un sentimiento, sino también una acción. Practicar el perdón implica hacer un esfuerzo consciente para dejar atrás las ofensas y construir un nuevo entendimiento y conexión con tu pareja. Y no solamente de palabra. Si nos sentimos culpables por algo que no hemos hecho bien, podemos buscar la forma de reparar la situación, para que el perdón no quede en algo vacío.
A veces, el apoyo de un terapeuta o consejero de parejas puede ser invaluable para superar las heridas que tiene cada integrante de la pareja y trabajar en el perdón. Un profesional puede ofrecer herramientas y técnicas específicas para ayudar a ambos miembros de la pareja a sanar y avanzar juntos.